Imaginamos que en la segunda parte del libro “Gente que cuenta” de Anatxu Zabalbeascoa aparecerá Miguel Milá, diseñador industrial.
“Frente a modas, dudas, momentos y descubrimientos, sus motivaciones y criterios han permanecido constantes: hacer lo complejo sencillo, para que lo sencillo sea hermoso.”
Resume bien Anatxu la retrospectiva del interiorista en el Centro Cultural Fernán Gómez de Madrid.
Hasta al 31 de marzo de 2024, los visitantes pueden disfrutar de soluciones sencillas y sensatas que aportaron luz a la historia del diseño industrial español. Una historia de progresos y de algún regreso.
La exposición, comisariada por Claudia Oliva y Gonzalo Milá, muestra la trayectoria profesional de Miguel Milá.
Tiradores de puertas, ceniceros, sillas, lámparas, muchas lámparas, diseño atemporal que Tramo (acrónimo de Trabajos Molestos) perpetuó en el tiempo.
En el diseño depurado y sensual del banco BRUNO, intuimos que Gonzalo heredó la esencia Milá.
Es grato encontrar personas sencillas, recuerdo en la edición pasada de Madrid Design Festival, en la Institución Libre de Enseñanza, al ceramista Gustavo Pérez.
Maestro en su oficio artesano, me llamó la atención su serenidad.
Su elegancia en la considerable espera hasta que dio comienzo la charla. Ruidos, improvisaciones por falta de asientos, Gustavo sonreía y esperaba en silencio.
Lo normal habría sido lo contrario. El público espera a que el maestro/a haga su aparición y aporte su sabiduría.
Disfrutamos de su autenticidad y de sus trabajos, haciendo lo difícil, fácil y hermoso.
Auténtica es también “ No va a quedar nada de todo esto ” , la “cartelería” instalada en el hoy Ayuntamiento de Madrid, antiguamente oficina de Correos.
Quedó mucho de todo aquello , quedaron tipografías icónicas como la de la cafetería Hontanares , la mítica sala Canciller y los pequeños comercios de barrio que desarrollaron una identidad corporativa que no aparece en los grandes manuales pero que son patrimonio gráfico madrileño gracias a Paco Graco.
La sencillez atrapa, engancha, no necesita de grandes adornos para conquistar.
El cuadro “La librería ” de Orrite es delicioso, puede que enganche el desorden de sus libros o la mujer que no sabe cuál de ellos escoger.
Atrapa la sencillez de Eduardo Query y su “Paraíso nómada ”.
Los cuadros de Nicolás de Maya, meticulosamente pintados, serían magníficas campañas de comunicación del producto español. Los tomates maduros, las alcaparras, las aceitunas aliñadas, los espárragos, los palmitos, los calabacines sorprenden por su exquisita belleza.
Sin grandes estridencias y un trabajo elaborado, elogiamos la sencilla belleza en este mundo tan complejo y adornado.
Desafiando a cualquier manual de estilo, me gustaría añadir en mi "Elogio a la sencillez" un enlace al artículo publicado en " El país" por Antonio Muñoz Molina, "Maravilloso silencio".
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